Del Bblog de José Mª Toro
EDUCAR EN EL
ASOMBRO. Diario La Vanguardia. “La Contra
11.1.2013”
Entrevista a
Catherine l'Ecuyer, investigadora y divulgadora de temas relativos a la
educación.
Un adulto pequeñito
La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente
racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que rinde honores al sirviente y ha olvidado el regalo,
decía Einstein. A lo que
L'Ecuyer, en su ensayo Educar en el asombro (Plataforma), añade:
"Matar la imaginación, el asombro y la creatividad de un niño para
inculcarle cuanto antes y contra su naturaleza una actitud razonable es típico
de una sociedad fría, cínica y
calculadora. Hacemos a los niños a nuestra medida. El niño es un adulto
pequeñito". Esta abogada empezó a investigar temas relacionados con
la educación cuando nació su primer hijo.
Por qué no llueve hacia arriba?!", me preguntó mi hijo.
Qué tierno.
En realidad no buscaba una respuesta, es la
manera que tienen los niños de admirarse ante una
realidad que es pero que podría no haber sido. El asombro es el motor de la motivación del niño.
Chesterton decía...
Un sabio.
... "En cada niño todas
las cosas del mundo son hechas de nuevo y el universo se pone de nuevo a prueba".
Un niño ve por
primera vez el cielo, y estrena el cielo. Crece maravillado por lo
que le rodea. Si te fijas, de camino al cole las madres tiran de los niños, sólo las abuelas
caminan junto a ellos.
Una
observación de la que aprender.
Los niños se
paran maravillados porque han visto algo que brilla en el suelo..., y las
madres dicen: "¡Deja esa porquería!".
¿Qué
hacemos?, ¿llegar tarde al cole?
Lo que sea
menos chafar su asombro. El asombro es el deseo de conocimiento, es no dar el mundo por
supuesto, por eso debemos educar en el asombro.
¿Y cómo se
hace?
El asombro requiere
libertad interior. Según Tomás de Aquino, hay dos fases en el conocimiento: la
primera es el descubrimiento y
la invención, y la segunda, la disciplina y el aprendizaje. Hemos
invertido el orden: en las escuelas se aprende de fuera hacia dentro, no de
dentro hacia fuera.
El afuera es
invasivo.
Sufrimos el síndrome de la
sobreestimulación debido a unos cuantos experimentos con ratas:
pusieron unas ratas en una jaula oscura y otras en un laberinto con ruedas y
rampas. Las segundas resolvían mejor los problemas. Así llegaron a la
conclusión de que a más
estímulos, más inteligencia.
Entre la carencia de estímulos y el exceso debe haber el punto medio.
Hoy los estudios relacionan la
sobreestimulación con problemas de aprendizaje.
Estamos en
la era de las pantallas.
Estamos
creando niños
saturados. Inocentes series infantiles tienen una media de 7,5
cambios abruptos de imagen por minuto. Cuando esos niños se enfrentan al ritmo de la vida real, todo les
impacienta y aburre. Existen estudios que relacionan horas de televisión
en la infancia con problemas de atención y trastorno del aprendizaje.
Hay que
recuperar el silencio.
Las pantallas estridentes turban el único aprendizaje
sostenible del niño: descubrir el mundo por sí mismo y a su ritmo. Einstein
decía que la fórmula
del éxito era el trabajo, más el juego, más
el silencio. Nunca habíamos tenido tanta información y nunca habíamos aprendido tan poco.
Es una
preocupación mundial.
El premio
Nobel Herbert Simon decía que la información consume atención de quien la recibe.
En consecuencia, una gran
cantidad de información crea un empobrecimiento de la atención.
La
multitarea es hoy habitual en niños.
Y ya sabemos
que dividir la
atención la merma. El
niño sobreestimulado se convierte en un adolescente que lo ha visto y lo ha
tenido todo, tiene el deseo bloqueado.
El sistema
educativo tampoco ayuda.
Todos nacemos originales y morimos copias, decía Carl Jung. En lugar de sacar
lo mejor de cada uno, el sistema educativo inculca. Y se amolda al supuesto "nuevo ritmo infantil" a
base de pantallas. Sin embargo, los altos directivos de empresas
tecnológicas de Silicon Valley mandan a sus hijos a un colegio de élite que
hace bandera de no utilizar tecnología en las aulas.
¿Un nuevo
esnobismo californiano?
Su argumento
es que el ordenador impide el
pensamiento crítico, y que ya tendrán tiempo de aprender y de gestionar esa
herramienta. Hay que evitar que vean la vida
como una pantalla en la que suceden cosas, procurar que descubran el sentido a través de
la vida real, y respetar su ritmo.
Es lento.
Sí, desde
nuestro punto de vista son como caracoles, y sin embargo ellos tienen la clave
de la felicidad: vivir con intensidad y asombro cada momento presente. Eso es natural para los niños,
no se lo robemos.
Será mi
propósito para el 2013.
Si dejamos
que vean y vivan cosas que no les corresponden, las etapas se aceleran. La edad
de la infancia es la edad del juego, de la imaginación; si no la pasan de
pequeños, serán adultos inmaduros.
El consumo,
sus mensajes los atrapan.
El
consumismo es la forma más letal y directa de matar el asombro de un niño. Cuando saturamos sus sentidos con todo lo
que quiere no le dejamos desear las cosas, y así el niño empieza a dar el mundo por supuesto.
... A pensar
que todo le es debido.
Sí, que las
cosas, o peor, que las personas
tienen que comportarse como él quiere, y sus caprichos se convierten en
órdenes, y aparecen las pataletas y los enfados a consecuencia de la
frustración que le provoca que la realidad no se amolde a lo que desea.
Eso da mucha
pena.
3 comentarios
Genial el articulo y a demás me siento identificada con ese punto de vista, me da luces para plantear nuevas cosas en el aula el año entrante.
15 de noviembre de 2015, 2:38Nos alegramos que le haya sido de utilidad. "http://elmarescolorazul.blogspot.com.es/2014/12/texto-ocasional-escribir-ante-el-asombro.html
15 de noviembre de 2015, 14:08Nos alegramos que le haya sido de utilidad. "http://elmarescolorazul.blogspot.com.es/2014/12/texto-ocasional-escribir-ante-el-asombro.html
15 de noviembre de 2015, 14:18Publicar un comentario